El timbre de voz de Jairo es similar al de los cantantes de música llanera. Él, como miles de colombianos tiene fresco en su memoria el sonido de las balas y el olor de la sangre. Es uno de los miles de campesinos que por temor a los fusiles debió abandonar las tierras en las que junto a su padre cultivó arroz y trabajó la ganadería. Eran 37 hectáreas en el municipio de Sabana de Torres, a dos horas de Bucaramanga.
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